Tras un diagnóstico positivo, la mayoría de las personas con EM no experimentan síntomas constantes, por lo general tienen períodos con síntomas nuevos o recaídas que aparecen durante días o semanas, que suelen mejorar de manera parcial o total¹. Es evidente que el desarrollo de la enfermedad puede entorpecer la actividad laboral, pero esto no supone que compatibilizar trabajo y EM sea imposible².

Asimismo, continuar trabajando puede generar beneficios terapéuticos y sociales, como la interacción social, seguro médico, reducir el riesgo de estrés, aportar independencia económica y mejora la calidad de vida³.

Además, se pueden tomar ciertas medidas en el trabajo que faciliten las tareas como, trabajar en una planta baja, para evitar problemas de movilidad, trabajar cerca del baño si el paciente presenta problemas de incontinencia, descansar en caso de fatiga, tomar bajas temporales durante un brote, etc⁴. Por otro lado, la generalización del teletrabajo está simplificando la vida laboral de muchas personas⁵.

No obstante, en caso necesario, la introducción de determinadas adaptaciones razonables en el entorno profesional ayuda a minimizar las limitaciones laborales significativas -relacionadas con la discapacidad- y amplía la permanencia de las personas con EM en sus trabajos. Estas adaptaciones pueden ser de varios tipos⁴:

La ley⁶ garantiza que las empresas deben adaptar el puesto actual para hacerlo compatible con las necesidades del empleado con EM, siempre y cuando dicha circunstancia esté certificada. Además, la normativa de prevención laboral⁷ regula que los lugares de trabajo deben estar correctamente acondicionados para garantizar la salud y la seguridad de los trabajadores, así que, si un empleado con EM solicita una adaptación del puesto, la empresa debe considerarlo y proporcionar los medios necesarios para mejorar sus condiciones.

En este sentido, contar con un certificado de discapacidad será muy útil para los pacientes de esclerosis múltiple⁴. Este documento facilita la solicitud de adaptaciones en el puesto de trabajo, permite pedir la reducción de jornada laboral, implica una reducción del IRPF, da acceso a bolsas de trabajo, contratos (formación, prácticas, temporales…) y ayudas específicas (autoempleo, renta activa de inserción…) y abre la posibilidad de solicitar la jubilación anticipada⁸.